martes, 24 de febrero de 2009

caminando...caminando

Caral no era tan bonito como me lo habían descrito, como me lo habían contado, como alguna vez una persona me dijo que era, no, no lo era, no era tan imponente, ni tan resplandeciente, tal vez si camino dos pasos delante lo sea, yo no lo veo así, y aunque mi primo que ya es todo un arqueólogo nos dio un recorrido (a mi y a el) por toda la ciudadela de barro y anduvimos por partes que aún están en exploración (las ventajas de que mi primo trabaje ahí), aún así no reflejó en mi esa belleza.
Mi primo nos dice que detrás de ese lugar grande hay otro más interesante, una cultura que recién acaban de descubrir, más antigua que Caral y por ende más sencilla y más simple, y fue justamente eso lo que me gustó más de aquellas ruinas que están empezando a emerger, pues tiene la magia de lo nuevo pero a la vez antiguo, y es que tras tantos años ningún ojo se fijó en él, tal vez por lo pequeño, tal vez por lo oculto, o tal vez por la arena que lo cubría ocultándolo años, siglos, milenios tal vez.
Y es que Caral te deslumbra por lo grande, por lo impotente, por su majestuosidad, por la mirada externa, por las historias contadas, por el curso de arqueología que tomé en la Universidad, por tantas personas que se deslumbran y entonces uno también lo hace. Pero yo prefiero esta modesta ciudadela encontrada al lado, mucho más modesta, simple, humilde, que no pretende ser grande, que no pretende ser majestuosa, que seguramente moraron algunos campesinos, pues veo diversas vasijas regadas en el piso, seguro moraron seres más simples, y más concretos, pero que plasmaron sus sueños en el arte, sueños simples poco complejos, pero sus sueños al fin y al cabo.
Me gustó recorrer el nuevo/antiguo Caral con El, porque me sirvió para comprender la belleza de la simpleza, para entender que no todo es perfecto, ni todo lo que brilla es oro, y es que tú eres así simple pero lleno de hermosura, humilde pero lleno de sabiduría, plasmándolo todo en dibujos, en líneas, en seres irreales, y es que ir descubriéndote poco a poco hace que se amor chiquito crezca día a día, que deje de ser presumida y pretenciosa.
Y es que tal vez somos como una exploración arqueológica día a día vamos encontrando nuevos espacios, en nosotros y en los otros, cada día en cada amigo y en uno mismo vamos encontrando pedacitos nuevos, que nosotros no sabíamos que estaban ahí, vamos encontrando ciudadelas nuevas, unas grandes, majestuosas, imponentes pero que no a la larga son de barro y se derrumban, y el esplendor se queda ahí, y tal vez esas edificaciones que se encuentran más difícilmente, que excavas más pues están bajo capas de arena, que son sencillas humildes y simples, son incluso más hermosa por todo el significado que tiene, por que el encontrarla fue toda una aventura.
Nos fuimos de Caral con una sonrisa en el rostro pues descubrimos otro lado, un lado increíble que tal vez no hubiera podido ver y me hubiera ido con un tanto de decepción, agradezco a mi primo por llevarnos por esos sitios, por hacernos recorrer esos lugares que aún están siendo explorados, por guiarnos y dirigirnos de alguna u otra manera.
Y si vistan Caral ya saben lo mejor aún está por descubrirse.