martes, 29 de abril de 2008

no leas esta carta

...Todo el mundo dentro de una carta, la soledad de las aulas de la universidad de noche, los mejores fantasmas, los niños de barro y sudor, los licores longevos en las bocas jóvenes, el halo de luz que te cubría como papel de regalo en la calle, las ganas de compartir el día entero con alguien, el almuerzo robusto y vacío, los transeúntes que algunas veces esquivamos y otras veces abrazamos, el sábado por la tarde, el tigre con cara de idiota de los cuadernos para colorear que nada tenía de parecido con el que vi en el zoológico (excepto, claro, la tristeza, como un colmillo nuevo y feroz), los señoras con cabellos de ángel regañándole a las nubes, el encuentro impostergable en la escalera de la manera más casual, la soledad que habita en la luna llena como un astronauta borracho que ha perdido las llaves de su cohete (te acuerdas, el cuento que te envié), los colores de la bandera que no combinaban con el himno nacional, la soledad que nunca se reservó el derecho de admisión, las hojas de eucalipto que embarcan su olor a mejores puertos, el libro que te robaste porque te dije que me gustaba, las espinas del pescado, las mandarinas aplastadas, las canciones de cumbia en el asiento al lado de la ventana de la 73, la soledad de quien siempre estuvo sola, la voz que llegas a escuchar cuando después de un día cansada te tumbas en la cama y todo lo demás conspira con tu silencio (esa voz), el fulgor de tu mirada cuando ya todo estaba perdida, el río donde escapa el brillo de tus ojos hacia el viento por tus mejillas, una taza de café, el mapamundi en la casa del abuelo, los manuales para aprender a ser feliz en dos semanas ("o le devolvemos su dinero"), las fotografías de aquellas personas que nunca volverán, los carros que vienen y van, los nervios de la madrugada, los policias y su manía de verte sospechoso de un crimen que tan sólo pensaste, la soledad de mi madre, las corazonadas que no me dejaban dormir acerca de la gente grande, la mascota que no tuve porque era alérgica y la casa muy chica, mi muñeco de alf, el lápiz y no el lapicero, la banca del parque del frente de mi casa y las veredas que nunca terminan para quien camina ajeno a los rumbos. todo está adentro, aquí, en esta carta. me da pena abrirla y dejar que la veas pero la verdad... la verdad : ¿para qué?

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Es el relato que me regalaste en un papel? cierto ¿no?...manya, unaq n ote autoric a que lo publiques.
cariños pequeña